La democracia
escolar y ciudadana se aprende y practica con la participación de todos los
estamentos de la comunidad educativa.
1.- Padres y madres, desde la ciudadanía, hacen la escuela
Hoy existe muy poca participación de los padres y madres en
la actividad escolar, y mucho menos en la comunidad educativa; el objetivo del
Plan de Derecho Educativo para la Convivencia Escolar (P.D.E.C.E.), es mejorar
y perfeccionar esta participación en el futuro.
En la actualidad se participa
solo en algunas cuestiones de carácter extraescolar y se deja de lado la participación en casas importante y
trascendental para la escuela, sus hijos y la comunidad.
La palabra participación proviene del verbo latino
participare, que significa tomar parte. Hablar de participación en la escuela
es hablar, de alguna manera, de democracia. La participación supone que el
poder está compartido y que no está en manos de unos pocos, sean éstos sabios,
políticos o técnicos.
La
democracia no se circunscribe al voto. Los padres y madres no terminan su tarea
democrática cuando acuden a las elecciones para elegir representantes.
La
tarea de la participación y de la representación se desarrolla en la vida
cotidiana de las escuelas. Si los padres y las madres no se sienten miembros de
una comunidad educativa, si no se sienten responsables de lo que pasa dentro de
ella, la participación no existirá o, si existe, será una mera farsa.
Participar
es comprometerse con la escuela. Es opinar, colaborar, decidir, exigir,
proponer, trabajar, informar e informarse, pensar, luchar por una escuela
mejor. Participar es vivir la escuela no como espectador sino como
protagonista.
La
participación de los padres y madres en la escuela exige la transparencia
informativa, la posibilidad de elegir libremente, la capacidad real de
intervenir en las decisiones.
No
bastan las estructuras formales. Hay que llenarlas de una práctica abierta, transparente
y honesta. Existen muchos modos de destruir la democracia salvaguardando las
formas. De ahí surgen las reticencias y el abstencionismo. Muchos padres y
madres dicen que es inútil su presencia porque todo está decidido sin ellos e,
incluso, contra ellos.
Las
decisiones democráticas se caracterizan porque nacen del diálogo, de la
libertad, de la negociación y de la valoración racional de las opiniones de
todos.
Los
padres y madres pueden tomar parte en cuestiones irrelevantes o en cuestiones
esenciales de la vida de la escuela, pueden tomar parte en lo organizativo y no
en lo didáctico (o a la inversa), pueden recibir una parte insustancial de la
información o estar informados sobre lo que realmente sucede en la escuela.
La
Ley de Educación Nacional -26.206-, reconoce a los padres como integrantes de la
comunidad escolar. En su Artículo 128 inciso b) les reconoce el derecho a
participar en las actividades de los establecimientos educativos en forma
individual y formar parte de los órganos colegiados representativos de la
institución escolar.
La
ley garantiza los afanes de la participación y reconoce (legitimándolos) los
derechos de los Padres en la actividad escolar.
La
educación es una función de la sociedad. Los padres y las madres participan en
la escuela desde su condición de ciudadanos. La educación es un servicio que el
Estado tiene obligación de prestar a los niños y a las niñas. Los padres son
los garantes de que este proceso se desarrolle de forma positiva.
Participar
no es sólo una posibilidad que se basa en la condición de ciudadanos de los
padres y madres. Es un deber democrático. Un deber que no sólo está referido a
los hijos propios sino a la escuela como comunidad.
Los
padres y madres participan en la escuela desde su condición de miembros de una Comunidad
Educativa que se responsabiliza de la enseñanza y el aprendizaje de los niños y
de las niñas.
Los
padres y madres participan en la escuela desde su condición de responsables de la
educación de sus hijos. Resulta obvia esta razón, pero no ha de convertirse en
exclusiva. Nada debe serles ajeno de lo que sucede en la escuela. Pueden y
deben colaborar con el proyecto (P.D.E.C.E.) y tienen la responsabilidad de colaborar con
la formación de sus hijos en la legitimación del derecho en la escuela.
Los
padres y las madres no son meros clientes de la educación. Son partícipes y protagonistas
del proceso. Desde esa perspectiva tienen no sólo el derecho sino el deber de
estar informados, de opinar, de decidir y de controlar ese proceso.
Los
padres ven lo que pasa en la escuela a través de los ojos de sus hijos. Además
de derechos se fundamenta la participación en la proximidad y en el interés de
los padres respecto a la tarea que desarrolla la escuela.
2.- El terreno de la participación
El terreno donde se desarrolla la participación de los
padres y las madres es la Comunidad Educativa.
La
participación es un derecho y una necesidad, un principio incuestionable que
atraviesa todo el proceso educativo.
La democracia es un estilo de vida. No es solamente una
estructura formal que permite votar periódicamente sino una forma de vida que
se caracteriza por la tolerancia, la igualdad, la solidaridad y la justicia. La
democracia a la que me refiero se caracteriza por estar asentada en los siguientes
principios: participación, pluralismo, autonomía, implicación, respeto mutuo,
justicia y libertad.
Participación: La democracia constituye una forma de organización y
de gobierno que no concibe el ejercicio del poder de forma autocrática. La concepción
del poder es antitética con el monopolio del mismo por unos pocos o por un sólo
individuo. Por eso creo que hay que fortalecer los órganos colegiados frente a
los órganos unipersonales en la escuela, tendencia que está precisamente
asumida por el Plan de Derecho Educativo
para la Convivencia Escolar.
Pluralismo: Se hace hoy hincapié en la importancia de la
diversidad. Esta importancia tiene su fundamento en la heterogeneidad de las
personas y también en la riqueza que genera para la comunidad una perspectiva
que respete y cultive la pluralidad de perspectivas. El pluralismo se encuentra
en el polo opuesto a la homogeneización y al dogmatismo.
Autonomía: No hay democracia sin autonomía. La moral heterónoma
hace a los individuos dependientes y escasamente responsables. La
jerarquización organizativa priva a los individuos de responsabilidad y de
iniciativa. Nada más contrario a la educación que un concepto de autoridad
opresora. La raíz etimológica de la palabra autoridad es el verbo latino auctor, augere que significa hacer crecer.
Implicación: La implicación o pertenencia hace que los individuos
se sientan parte de una comunidad. Lo son en realidad desde su condición de
ciudadanos. Lo son como integrantes (no meros invitados, no meros testigos) de
la acción que se desarrolla en la escuela.
Respeto mutuo: Es el principio que hace posible la convivencia. El
respeto tiene mucho que ver con la tolerancia respecto al modo de pensar, de
actuar y de ser de los otros. El respeto hace posible la convivencia en la
diversidad.
Justicia: Es el punto de partida y es la meta. Justicia no es
dar a todos igual sino a cada uno lo que merece o necesita.
Libertad: La libertad es
la base del pluralismo. Libertad de pensamiento, de opinión, de expresión, de
actuación que se mantenga en los límites del respeto a los de más. La libertad
(en singular) es la base sobre la que se construye la ciudadanía y la participación.
Estos
principios sustentadores de la democracia actúan de forma dinámica e
interactiva. Unos están en relación con los otros y todos se entretejen en un
complejo sistema de sustentación del entramado democrático. Tiene, además, una
especial conexión con la dimensión educativa de la tarea de la escuela.
La
democracia no se da a los miembros de la Comunidad Educativa como algo acabado,
como un logro ya ultimado. Es, por lo contrario, una construcción en constante
dinamismo, una tarea inacabada, un reto permanente, una utopía inalcanzable
pero siempre perseguible.